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Reseña | Papá nos quiere - Leticia G. Domínguez

Papá nos quiere
de 
Leticia G. Domínguez


Género | Narrativa
Editorial | Caballo de Troya
Fecha de publicación | Octubre de 2023
Páginas | 172

UNA NOVELA CONTUNDENTE QUE PROPONE EL ACTO SALVAJE DE DESMONTAR LA INSTITUCIÓN DE LA FAMILIA.

¿Qué pasa cuando la infancia no es el lugar feliz que debiera ser? ¿Cuánta violencia y locura se pueden ocultar entre cuatro paredes? ¿Qué sucede cuando los que más dicen quererte son la causa de tus miedos? Crecer en una familia que da la espalda a la realidad de los demás, sobrellevar una moral católica impuesta hasta el último extremo, pero, sobre todo, averiguar que eso que vives no es lo aceptable, son solo algunos de los interrogantes y circunstancias que envuelven a la narradora de Papá nos quiere y a su hermana Jade.

Este es el relato de la adulta que, guiada por su terapeuta, indaga en el pasado y revive su infancia. He aquí la reconstrucción, la historia jamás narrada. Porque, como decía mamá, «lo que pasa de puertas adentro no hay que contárselo a nadie».

Así, la propia escritura –espinosa y cruda, sin tapujos– se convierte en un acto de rebeldía y de reafirmación de la identidad, al tiempo que desbarata la sacralización del estamento familiar y pone en cuestión la lealtad ciega que se exige hacia la familia.
Sobre la autora Leticia G. Domínguez






Leticia G. Domínguez (Madrid, 1987) se licenció en Ciencias Físicas y desde entonces trabaja como programadora en startups. Ha colaborado con algunos artículos en medios culturales como Nayagua, Ámbito Cultural o La Grieta, entre otros. Hizo el Máster en Escritura Creativa de Hotel Kafka. Papá nos quiere es su primera novela publicada.
Fotografía de Victoria García Domínguez en Zenda Libros x

Opinión personal

¡Hola, queridos ecos! Hoy os traigo la reseña de Papá nos quiere de Leticia G. Domínguez, un libro que me llamó la atención un día que fui a la biblioteca... ¡y qué suerte que lo hiciera! Acaba de empezar el 2025, pero ya sé que este libro va a estar entre mis favoritos del año sin ninguna duda. Es una de esas pequeñas joyas que te encuentras de vez en cuando y que no te cansas nunca de recomendar.

La protagonista de la historia, de la que nunca sabremos el nombre, es una veinteañera que ha comenzado a ir a terapia para encontrarse a sí misma y sanar después de crecer en una familia disfuncional. Sesión a sesión, Gomes la va guiando por escenas de la infancia y de la adolescencia para dar con la clave de por qué es cómo es, por qué vive tan atormentada y presa de su propia mente y cuerpo.

Es así como se nos presenta a una niña que lidia con un padre y una madre a los que les viene grande tal nombre. En un entorno extremadamente religioso y restrictivo, la protagonista comienza a convivir también con su prima Jade; sus padres adoptivos, uno de ellos hermano del padre de la protagonista, murieron en un accidente y ellos han decidido hacerse cargo de la pequeña. Jade y la protagonista lidian con una situación insostenible en casa; para más inri, cuando llega Jaime a la familia, el padre y la madre le tratan diferente, no le someten a las mismas normas que a ellas.

¿Llegará la protagonista a estar en paz consigo misma? ¿A descubrir las respuestas a las preguntas que lleva haciéndose desde pequeña? ¿A hallar la clave para ser, de una vez por todas, feliz?
Papá nos quiere es un libro corto pero intenso; condensado en 172 páginas divididas en 11 capítulos largos, se trata de una historia a la que no le falta ni le sobra absolutamente nada. La voz que nos narra la historia en primera persona es la de la protagonista, que alterna entre el presente y el pasado, dando al lector una imagen panorámica de lo que era su vida entonces y lo que es su vida ahora. Considero muy acertada la elección de una única voz, pues si la autora hubiera escrito a través de más narradores el mensaje se hubiese diluido y no hubiera sido tan potente.

El ritmo de Papá nos quiere es pausado, que es precisamente lo que pide la historia. En ningún momento se hace pesado y la dureza de algunas situaciones del pasado se compensa con la cotidianeidad de la vida adulta, dando lugar a un libro perfectamente equilibrado.

La pluma de Leticia G. Domínguez es impecable. Narra escenas desgarradoras con sobriedad, dotándolas de carga emocional pero sin cargar el libro de lirismo superficial. Además, el texto no contiene ningún dialogo que, en lugar de jugarle a la contra a la obra, la hace original y, irónicamente, muy dinámica, ágil y fácil de leer.
Los personajes de Papá nos quiere, de tan reales que son, llegan incluso a dar miedo (pensar que existen personas así, tan dañinas, tan tóxicas). Además, son muy complejos, pero la autora logra construirlos de forma brillante.

La figura más importante de la que cabe hablar antes de indagar en las vida de la protagonista es Rafa, el padre. Es abogado y tiene a todo el mundo en esa casa martirizado (excepto, que sepamos, a Jaime). A su mujer, la aísla y la hace de menos y, a la protagonista y a Jade, les impone unos estándares imposibles de alcanzar. Muchas veces bajo consignas religiosas, las reprende cuando demuestran no ser per-fec-tas o, simplemente, cuando se comportan como lo que son: niñas. Es autoritario, violento y agresivo, tanto física como verbalmente. Su cólera y rectitud lo convierten en alguien a quien la familia teme.

La madre es, por otro lado, es un personaje ambivalente. En ocasiones pudiera parecer que está en la misma situación que la protagonista y Jade, que su marido la anula tanto como a las pequeñas; pero luego te das cuenta que, si Rafa es restrictivo, ella lo es sino igual, incluso más. Una hija siempre busca en su madre un hogar, un consuelo cuando las cosas se ponen feas pero ¿qué ocurre cuando la madre tampoco es un lugar seguro? Igual de religiosa que su marido, se niega a aceptar que las niñas están creciendo y que, con ello, sus cuerpos están cambiando; esta transformación es inadmisible para ella y, cada vez que puede, las machaca con ello. Sumado a ello, se quiere dar aires de lo que no es; siempre tiene en la boca que su marido es abogado y oculta que no vive en Madrid, sino en un «pueblo-del-sur-de-Madrid», como aparece mencionado en el libro.

Después de describir al padre y a la madre, no ha de extrañar a nadie que la protagonista termine acudiendo a un psicólogo. Pese a tener muchas cosas de las que sentirse orgullosa —sin ir más lejos, haber sobrevivido a una familia así—, es insegura y se muestra, en muchos contextos, sumisa. No ha aprendido a alzar la voz, puesto que nunca se le ha permitido desarrollarse plenamente como persona. Mención especial merece Gomes, el psicólogo, que acompaña a la protagonista en todo el proceso, la deja llegar a sus propias conclusiones y le ofrece una libertad de la que nunca había gozado rodeada de sus padres.
Aquella casa ya no es el mundo entero, matiza Gomes. Y no olvides que el punto de vista con el que interpretas tu existencia, quién eres o qué te mereces, no es tuyo, te lo han impuesto. Para construir uno propio, podrías decirte frente a un espejo: papá y mamá se equivocaron, lo hicieron mal.
Jade es la otra cara de la misma moneda. A pesar de haberse criado en el mismo entorno que la protagonista durante gran parte de su infancia —sus tíos la adoptaron sobre los 7/8 años—, ella sí consigue desarrollar ciertas herramientas que la protegen del dolor, probablemente porque ella sí creció en una familia funcional. Es más extrovertida, rebelde y atrevida, lo que le permite, una vez se libera de esas cuatro paredes, desarrollar una vida más normal. Es capaz de socializar con los demás y ser independiente.

Por último, cabe hablar un poco de Jaime, hermano pequeño de la protagonista y ojito derecho de papá y mamá. Él es la prueba de que los padres podrían haber hecho las cosas bien con ella y con Jade, de haberlo querido así. Todo lo que hace Jaime, está bien hecho, a pesar de ser un gandul, un mimado y consentido que no tiene ningún sentido de la responsabilidad debido a la educación que ha recibido.
Mamá insiste en que cada día oye unos ruidos insistentes que proceden de la pared que nos separa de los vecinos. Ni yo ni Jade los oímos. Jaime tiene trece años y ni siquiera se pregunta si los oye o no porque puede salir a jugar con sus amigos y se ha apuntado a varios talleres de Warhammer que papá subvenciona con toda su generosidad selectiva. Selectiva porque nosotras no recibimos ninguna paga ni hemos tenido llaves de casa hasta que los horarios de mi facultad se hicieron tan irregulares que tenerlas era importante para que mamá no tuviera que estar esclavizada, pendiente de mis llegadas.
Como ya he mencionado, con muchísimos los temas que trata Papá nos quiere y, lo mejor de todo, es que los aborda todos de una manera tan respetuosa como brillante.

Un tópico presente a lo largo de toda la novela es la religión y cómo esta puede —reitero el puede, no quiero decir de modo alguno que ser religioso implique necesariamente nada negativo— ser el caldo de cultivo de sentimientos como el miedo o la culpabilidad, además de dar lugar a la represión sexual.
Todo lo vivido nos ha preparado para esta adolescencia sin curiosidad en la que perdemos el contacto con la realidad que los otros, los normales, viven. Florecemos como podemos hacia dentro.
Leticia G. Domínguez también trata las implicaciones de crecer en una familia disfuncional. La violencia, verbal y física, la autoridad omnipotente, la falta de libertad en cientos de escenarios —qué se come, qué se viste, qué se dice, qué se calla—, el maltrato invisible que, como una ola, va erosionando partes de uno mismo hasta que un día te descubres incompleto sin saber por qué... La autora también logra transmitir cómo los traumas infantiles se proyectan en la adultez, es decir, explora la manera en la que la infancia perfila nuestra personalidad y nuestra manera de relacionarnos con el mundo a posteriori (por ejemplo, dando lugar al desarrollo del síndrome del impostor porque no sientes ser suficiente en ningún ámbito de tu vida).
Años después, sentada en el diván, le digo a Gomes: Siendo tan pequeña, tan vulnerable, ¿cómo iba a dejar de alimentarme a través de papá y mamá? Les adoraba. Estaba segura de que eso era el amor. Todavía me siento incapaz de rechazar lo que me dieron, es como si ellos fueran lo único verdadero que hay en mi existencia.
También se notable cómo la hermandad de la protagonista y Jade incita a la reflexión de qué necesarios son las redes de apoyo en entornos hostiles. En la novela, encuentran en la una y la otra la fuerza para seguir adelante, a pesar del sinfín de tormentos que tienen que enfrentar a diario. Lo que es tierno, por un lado, también es terriblemente triste una vez te paras a pensar lo que implica que dos niñas tengan que depender la una de la otra para sobrevivir.
Voy a buscar a Jade, dejo en el suelo la hucha, retiro suavemente las sábanas de una esquina y, aún sin despegar los párpados, Jade me hace un hueco. Me abraza y yo estiro los brazos y también la rodeo muy fuerte, y en ese pequeño espacio entre nosotras brota un poco de valor para enfrentarnos al nuevo día. El único hogar.
En definitiva...

Papá nos quiere es un debut literario de quitarse el sombrero. En apenas 170 páginas, Leticia G. Domínguez, haciéndose valer de un estilo único que carece de diálogos, presenta la historia de una mujer que afronta ahora las heridas de una infancia rota, fruto de crecer en una familia que es más cárcel que hogar. Aguda, ágil, certera y contundente, la autora construye unos personajes tan realistas que asustan (hay monstruos que se camuflan demasiado bien entre la gente), tan de carne y hueso que no puedes evitar sentir rabia y dolor, por las niñas que no pudieron disfrutar de los mejores años y tuvieron que lidiar con los pedazos rotos después. La novela es, en resumidas cuentas, un ejercicio perfecto de escritura que invita a reflexionar sobre temas como la religión, la familia, los traumas infantiles y los vínculos.
Me ha gustado...

La historia la relata una única voz en presente, lo que facilita la empatía del lector y permite enviar un mensaje más crudo y contundente.

La historia tiene un ritmo pausado, que es precisamente lo que necesita.

La pluma de Leticia G. Domínguez es limpia, original y sobria. Trata temas muy delicados con un respeto y una agudeza muy meritorias.

Los personajes son verosímiles y están retratados con muchísima precisión, dada su complejidad.

Trata de forma certera temas como la religión, las familias disfuncionales, los traumas infantiles y el desarrollo de vínculos afectivos.

Puntuación

Portada: 4 / 5
Narración: 5 / 5
Estructura: 4 / 5
Personajes: 5 / 5
Trama: 5 / 5
Final: 5 / 5

       
 No me ha gustado











Puntuación final


2 comentarios: